viernes, 27 de noviembre de 2009

Mi amigo Esteban


Conocí a Esteban cuando estaba en Primaria, él era un chico muy alegre y metido en todo, nos gustaba corretear por todos lados y jugábamos a las canicas, a las escondidas, a las chapadas, al futbol y a todo lo que se nos ocurría. Era genial porque tenía mucha imaginación, siempre inventaba historias donde luchábamos contra grandes dragones, contra ogros y ejércitos de muertos vivientes. Yo era su fiel compañero de aventuras y nos escondíamos por los salones, corríamos por el patio, luchábamos en los pasillos y el cuartel estaba frente al kiosco. Esteban era mi mejor amigo.

Una mañana llegó tarde al colegio, cabizbajo y caminando lento y no quería conversar con nadie, ni siquiera conmigo, pero en la hora de recreo me contó entre risas que había peleado contra un ogro muy grande y no había podido ganarle, pero que pronto estaría bien. Por un tiempo no pudimos jugar y nos quedábamos en el salón durante la hora de recreo. Un día, cuando volví del kiosco escuché gritos en el salón y me acerqué lentamente hacia la puerta. Adentro estaba nuestra profesora, Esteban y su papá y estaban discutiendo. Ella le reclamaba algo mostrando unas marcas en la espalda de mi amigo mientras su papá gritaba y gritaba "él es mi hijo, él es mi hijo, ¡Cállese! ¡Usted no sabe nada!" y Esteban estaba llorando. De pronto, ante la insistencia de la miss el señor cogió a Esteban y lo jaló hasta la puerta intentando llevárselo, pero ella se interpuso suplicando que por favor ya no le pegara más, pero no sirvió, él salió empujándola y pasó por mi lado diciéndole a Esteban que era un estorbo y que sólo sabía dar problemas, que llegando a la casa vendría lo peor. Tuve tantas ganas de correr y convertirme en un héroe en ese momento, quería saltar tan alto, coger a Esteban y llevarlo rápidamente lejos de ahí, volando o correr a hipervelocidad, pero no podía. Me sentí inútil viendo como se lo llevaba y tuve tanto miedo.

Al día siguiente llegué temprano para ver a Esteban, pero cuando llegué, él ya estaba ahí y conversaba con la Miss. A la hora de recreo se me acercó, me pidió que me quedara con él y me contó una historia de un ave que estaba atrapada entre espinas y se lastimaba a si misma cada vez que quería volar. Luego de ese día comenzó a faltar a la escuela hasta que un día ya no vino más.

Una tarde, yendo a algún lado, pasé por casa de Esteban y lo vi. Estaba todo sucio ayudando a su papá a cargar unas cosas en un carro, se detuvo y me miró. No sé porque no me acerqué pero su papá inmediatamente le dio un lapo y reclamó: "Oye tarado, ¿Hasta que hora voy a esperarte? Muévete inútil" Él volvió al trabajo y yo me quedé ahí mirando, de pronto una caja resbaló de sus brazos y reaccioné, me acerqué y le ayudé a subirla, mientras su papá gritaba desde adelante que se apurara golpeando la lata del carro. Me despedí y lo vi alejarse.

Al día siguiente volví por ahí con algún pretexto y frente a su casa sólo estaba la camioneta, me acerqué como explorando cuando de pronto oí unos gritos que venían desde la casa. Era el papá de Esteban gritándole como siempre, le estaba reclamando por un error que habían cometido en el trabajo y le había costado dinero. Esteban no decía nada.

-¡Eres un inútil! ¿Para esto te tuve? ¿Para esto tuve un hijo varón? ¡Mejor hubiera tenido una nena o un perro! ¿No crees? ¿Ahora como voy a recuperar mi dinero? ¿Ah? ¡Respóndeme idiota! ¡Habla carajo no te quedes callado! ¡No seas maricón!

De un momento a otro Esteban comenzó a suplicar mientras se oían los golpes que estaba recibiendo, ahí adentro él estaba corriendo de un lado a otro, tratando de salvarse como un ave atrapada en una jaula de espinas, lastimando sus alas, sus sueños, sus risas; y yo estaba afuera, entre la gente que pasaba como el viento, sin hacer nada y el dolor se empozaba brillando en mis ojos mientras mis manos y mis labios temblaban de rabia. No sé en que me transformé en ese momento pero sabía que no podía ganarle a ese señor así que cogí un palo que había en el patio y, con todas mis fuerzas, de un solo golpe, destrocé la luna del carro y me escapé corriendo lo más rápido que pude, hasta llegar a casa. Me encerré en mi cuarto, me cubrí con todas las frazadas y me puse a llorar de rabia, de dolor e impotencia prometiéndome que ya no sería cobarde, la próxima vez yo sería el héroe y rescataría a mi amigo, yo tendría superpoderes para derribar las paredes y haría un escudo donde no podrían lastimarnos nadie. Yo y mi amigo volveríamos a jugar como antes, a correr por los patios, a buscar a la miss durante la hora de recreo y los ogros sólo serían parte de los cuentos… y aún así yo sabía que mientras me escondía a llorar él aún estaba sufriendo.

Y aún hoy, varios años después, siendo un joven ya, no entiendo como ni porque Esteban cuida tanto a su papá después de todo lo malo que fue. Hace 6 meses tuvieron un accidente en la camioneta y Esteban faltó de nuevo al colegio. Esa tarde fui al hospital para verlos, tenía tantas ganas de gritarle a su papá, pero los encontré en una situación que no esperaba. Ese señor estaba pidiéndole perdón.

"No sabes lo bien que se siente perdonar, es como limpiar el camino por donde vas a andar el resto de tu vida, es como despejar el cielo para volar libremente y sin miedo, perdonar renueva las esperanzas y alimenta los sueños, el perdón es una semilla de futuro, de buen futuro ¿sabes amigo?" me dijo Esteban días después "Aún hay mucho que debes aprender".

Dibujo x Gabriel.

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