sábado, 14 de noviembre de 2009

Salvación Parte 3

Viernes 06 ¡Valórate a ti misma!

Hoy fue un día hermoso, desperté y sobre mi hombro reposaba en profundo sueño un chico muy guapo ¿Cómo lo sé? usé mi espejo para ver su rostro, de verdad era hermoso y se veía muy exhausto, sonreí y no sabía cómo salirme de esa situación, no me atrevía a despertarlo y no es que me incomodara pero no sé... sólo levanté un poquito mi hombro para que despertara, me miró con su cara somnolienta y cuando se sorprendió no pude evitar la risa mientras se ponía rojo... fue muy divertido, luego sonrió y me acompañó con su risa.

-Lo siento -dijo, y yo sonreía mirándolo de reojo, ahora la nerviosa era yJ.

Pasaron muchos años así y el dolor se fue perdiendo en el olvido, aparecieron nuevas personas en mi vida y cada día fue diferente, nunca llegué a la perfección pero bueno, con el tiempo acepté el rechazo que papá sentía por mi y aprendí a llevar la fiesta en paz.

Mis 15 años fue hermoso. Me sentí tan querida, como si todo el dolor que había sentido estuviera lejano, casi olvidado en algún rincón empolvado del pasado. Me perdí esa noche entre sonrisas, abrazos y buenos deseos de las personas que me conocían y me apreciaban de verdad. Bailé con mis amigos, con mis profesores y con mi querida abue Geno. Fue una noche inolvidable, tendría que contar otra historia para explicarles todo lo que pasó desde el momento que planearon la fiesta hasta el día siguiente: Los secretos de Karen, el plan de Clarissa, el rechazo de papá, la guerra del vestido, el peinado y el maquillaje, los nervios, el discurso de “abue Geno”, mis 15 deseos y esa esperanza mamá… que tuve toda la noche mirando hacia la puerta… esperándote. No sé porque tuve que recordarte esa noche.

Dos meses después, una tarde gris, nos dejó mi abue, se fue triste pidiéndole a papá que fuera más humano con las personas que lo rodean, conmigo, con su hija.

-¡Abre tu corazón!-le dijo, mientras él la miraba impasible.

-¡Lucha hija, vive!- me dijo a mi –las personas como tú merecen ser felices, perdona a tus padres, no pierdas esa sonrisa, no dejes nunca de aprender, te quiero.

Lloré nuevamente, abrazando el dolor que atravesaba mi alma, conocí lo que es la muerte, me sentí sola y volvieron todos mis miedos. Esa noche lloré en silencio otra vez aunque estaba, de algún modo, feliz de poder saber adonde había ido, ella aún me cuidaba.

-Lo prometo,- le dije a la noche, al silencio, al dolor, a la amargura y a la soledad –lo prometo abue, yo voy a luchar.

Y cada día, a pesar de la tristeza que me embargaba, yo intentaba superarlo todo: levantarme temprano, hacer el desayuno, alistar las cosas, ir a estudiar, regresar a casa, almorzar, limpiar un poco, volver al colegio, atender a papá, cenar, ver televisión o estudiar, pedir permiso para alguna fiesta, salir, divertirme y regresar siempre al mismo lugar donde la única persona que me quería era yo… y sonreír sin saber que esperar exactamente del futuro.

Y así el tiempo se convirtió en una pelea, una lucha contra la soledad del hogar, contra la indiferencia de papá, contra las nuevas responsabilidades, contra el tiempo que ahora era menos para todo lo que tenía que hacer. Sin embargo me acostumbré rápido y me sentí más fuerte, más capaz de encarar al mundo, me preparé sin saberlo para los días que venían sobre mí como una tormenta del destino.

Pasaron tantas cosas a partir de eso, papá comenzó a descuidarse, se dedicó a tomar, la situación con él volvió a ser tensa y casi podía adivinar que lo botarían del trabajo, pero fue peor. Se peleó con sus compañeros de trabajo, lo golpearon y al final no le pagaron nada. Tuve que cuidarlo hasta que se recuperara.

-Puedo solo con esto- me dijo cuando ya estaba bien, –no te necesito- se levantó y salió a buscar otro trabajo.

Aunque quizás suene extraño me gustó esa actitud de él, ese día creí que si era capaz de preocuparse, a su modo, de esa manera tan fría y lejana, en esas palabras me dijo que era un luchador y bueno, también dijo que yo era un estorbo para él.

No volvió a tomar luego de eso y vi esa actitud, tal vez, como el inicio del perdón, podíamos llevar la fiesta en paz desde ahora, quizás esa era su forma de querer.

En el colegio todo iba bien, mantuve mis notas aunque los cursos en secundaria siempre son más pesados, y lo único que me incomodaba un poco era el hecho de que todas nuestras amigas tenían o habían tenido un enamorado y Karen y yo aún no. Nos molestaban por eso diciendo que éramos lesbianas o algo así y me llegaba. Yo estaba bien como estaba y no necesitaba más problemas ;-P

En esos días algo grises apareció un nuevo amigo, un nuevo ángel. Mi profesor de literatura: Aleks, un extrañJ y divertidJ pJeta muy guapJ y encantadJr, un tipo alegre que me ayudó a extender mis alas y buscar nuevos caminos.

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