jueves, 30 de julio de 2009

El camino más hermoso de la vida

Esto que voy a contarles me sucedió hace mucho tiempo, sin embargo aun conservo en mi mente el mejor recuerdo de aquel día, cuando el cielo dejó de pertenecerle a las miradas perdidas, a las aves y a los ángeles.

Ese día, una taza de café y una canción de one republic me acompañaban por el alba, mientras afuera en la ciudad, la oscuridad era lentamente disipada, como polvo que se lleva un suave viento, por un imperioso ejercito de luz solar que hacía brillar los tristes edificios como sonrisas de niños.

Ese día, ya por la tarde fui al mar, citado por una misteriosa voz nocturna que solicitó mi presencia en aquel lugar, en aquella hora de aquel día tan especial.

Y estuve ahí esperando, recordando, divagando, buscando a alguien con la mirada, alguien a quien reconocer o que me reconozca en ese lugar extraño donde no conocía a nadie.

De pronto mi búsqueda fue interrumpida, bajé la mirada mientras el celular anunciaba la llamada de un número desconocido y, sin estar totalmente seguro de hacerlo... contesté y una voz muy agitada pronunció inmediatamente mi nombre varias veces:

-¿Aló? ¿Quién es?- respondí y no podía reconocer aquella voz que era de mujer, no podía identificarla, no con la emoción que transmitía en sus preguntas.

-¿Te acuerdas que una vez prometí que volaría como las aves? ¿Te acuerdas que los vimos volar por el cielo? ¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas de mí? - preguntaba mientras yo permanecía en un absoluto silencio.

-Ay Luís ¿No me digas que ya te olvidaste de mí?- insistió la voz y aunque intenté y sinceramente intenté, no pude hallar en mis recuerdos inmediatos una respuesta fija así que terminé contestando:

-Sorry, pero no ¿Quién eres ah?-

-¡Ay Luís, de veras que te pasas!- respondió algo molesta- ¡soy yo Sam!-

-Ah hola- contesté, mientras se asomaba una suave sonrisa y el débil recuerdo de una amiga del pasado - ¿Como estás? ¿En que andas? ¿Como conseguiste este número? ¿Estás por aquí?-

-Si -respondió sospechosamente alegre, pretendiendo una risa - y te estoy viendo ¿Porqué no miras hacia el cielo y me cuentas lo que ves?-

-Uhmmmm,- murmuré mientras alzaba la mirada buscando algo que ver- hay algunas gaviotas, gallinazos... ¡wow! acaba de pasar una estrella fugaz y allá, a lo lejos parece que un ovni está secuestrando algún granjero con mala suerte, vaya- susurré una sonrisa - ¿Que hay de especial en eso ah?-

Entonces la voz artificial del celular se convirtió en una hermosa risa, una sombra veloz se deslizó por la arena y antes mis ojos, un frágil artefacto volador surcó los cielos como un ave que proclama su independencia buscando el sol de la tarde.

En ese momento, en ese pequeño instante, en ese divino momento del destino, mientras el mundo entero, mientras millones de seres humanos hacían algo distinto cada uno... yo me detuve.

Me quedé quieto, fascinado de observar aquel bello espectáculo, aquella visión que Dios con mucho cuidado, había reservado para mí...

Ese día...

Recordé un momento aún más antiguo, un día cuando ella señaló al cielo, y vimos un loco que saltaba al precipicio y luego ascendía lentamente para recorrer el firmamento. Recordé la luz que reposaba en su mirada, la sonrisa que se apoderó de su rostro, sus palabras, su deseo de conquistar esa frontera y su sincera determinación de no tener miedo cuando llegue el momento, que ahora estaba sucediendo.

Ahora era Sam en su parapente por el cielo y aunque no podía ver su rostro, sabía que era inmensamente feliz, y ambos reíamos como niños, sin decir nada. Yo sólo la veía recorrer el territorio de los ángeles, conquistando su destino, navegando por los caminos del viento como un ave que aprendió a volar mientras la tarde moría.

Ese día me hubiera gustado poder levantarme del suelo para seguirla, liberarme de todas las anclas que me mantenían inmóvil, elevarme para poder entender la luz de sus ojos, para entender su risa, para disfrutar el viento de esa forma tan especial, para ver su rostro una vez más... pero mis caminos, que siempre habían sido otros, aún seguían siéndolo, e igual que antes, ahora sólo la acompañaría con la mirada, con mi corazón y con mi alegría, esa tarde, aquel día tan especial.

Y todo fue fantástico hasta el momento en que, demostrando su inexperiencia, ella aterrizó contra un poste que no quiso esquivarla, ni agacharse y perdí la comunicación. Fue una situación confusa porque corrí tanto intentando llegar hasta ella y no se me ocurrió tomar un taxi o un colectivo. Esa noche estaba tan emocionado y agitado que sentía que mi corazón latía con toda la fuerza del universo. Sam había perdido el conocimiento, tenía contusiones en todo el cuerpo, pero felizmente nada grave. La llevaron al hospital.

Al día siguiente, muy temprano, salí del departamento. Nunca me habían gustado los hospitales, no iba a uno desde que era niño pero tenía que verla, aunque no supiera que decir ni que hacer después de tanto tiempo de ausencia, tenía que verla porque alguna fuerza interior, más fuerte que mi voluntad, me reclamaba hacerlo.

Afuera, una suave niebla reposaba triste por la ciudad y las personas caminaban apuradas obedeciendo los colores de cada semáforo.

-Los semáforos -pensaba yo- no existen en el cielo, aunque hay cada poste-

Y gracias a un amigo que era médico del área de geriatría pude ingresar una hora antes que inicie el horario de visitas. Definitivamente otra vez estaba en un lugar extraño: pisos y paredes brillantes, voces en el altavoz, olores raros, poca gente, ruidos de pasos, de camillas moviéndose, y en mi mente una intención fija: poder verla una vez más.

Ese día Sam dormía tiernamente, como un ave que había vuelto a su nido y descansaba agotada después del vuelo, débil como una estrella brillante que alumbra desde lejos, perdida en los ojos de los soñadores y tranquila como el cielo de primavera, lleno de luces, satélites, nubes lentas y esperanzas. Yo permanecía inmóvil frente a ella, intentando comprender la paz que irradiaba su rostro sereno, suspirando lentamente mientras en mis ojos se congelaba para siempre su reflejo, mientras el mundo se detenía nuevamente, sabiendo que no volvería a verla otra vez.

Ese día una lágrima feliz y una sonrisa triste se encontraron en mi rostro.
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Ay Sam ¿Porqué cada vez que me haces participar en tus locuras terminas mal?
Siempre supe que lo harías y sinceramente te agradezco, por compartir conmigo tu alegría de vivir.

Ahora sé que vuelas libre recorriendo los cielos que tanto amas, allí donde no hay muros que saltar, donde no hay que trepar a los árboles para ver un mundo distinto, donde te acompañan los ángeles, donde mi mirada siempre te seguirá como una estrella fugaz que ya cumplió su deseo.

No sabes cuanto le agradezco a Dios que te haya permitido existir y que yo pudiera conocerte, porque te convertiste en una persona muy importante de mi vida, me ayudaste a realizar mis sueños, a conquistar mis propios cielos, a liberar mi alma, a convertirme en lo que soy, me inspiraste a contar historias y a mostrarle al mundo lo hermoso que es vivir.

Cuando te conocí Sam, yo tenía mi parapente listo, estaba parado frente al vacío, y con un miedo aún más profundo... pero tú llegaste y hablaste del cielo como el lugar más hermoso del universo y me ayudaste a encontrar la fuerza para emprender el vuelo que finalmente me alejó de ti.

No sabes a cuantas personas ha inspirado tu historia, no sabes cuantas personas existen en este mundo esperando a alguien que les ayude a luchar por sus sueños. Yo era una de esas personas cuando te conocí.

Gracias Sam…

Te juro que siempre voy a recordar tu alegría, tu vuelo por el cielo de las aves y esta sonrisa tuya mientras duermes.
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Dejé la carta con una foto del parapente al lado de su rostro y salí de la habitación.
La niebla ya había desaparecido, el horario de visitas se había iniciado y en el camino de salida me crucé con su familia: uno de ellos llevaba un gran peluche blanco que tenía unas pequeñas alas de ángel, todos estaban tan felices y emocionados...

Mi celular sonaba de nuevo.
Número conocido:
Una tierna sonrisa:
-¿Aló amor? …
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Ahora vuela Sam, como antes, y conquista todos tus horizontes.

Sábado, 07 de marzo de 2009
08:23 a.m.
One Republic
Say "All I Need"
Luís Vara

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